miércoles, 4 de julio de 2018

Crece la desigualdad en Catalunya

Cada año la fundación tripartita ‘Eurofound’ ofrece una ventana privilegiada a la realidad socioeconómica de la Unión Europea. El Informe ‘Vivir y trabajar en Europa’ ofrece una visión panorámica de la situación de los trabajadores y trabajadoras europeos y describe los principales obstáculos a los que éstos han de enfrentarse. En su recientemente publicado informe 2017, la principal conclusión es que, al margen de una tendencia positiva que se inscribe en el marco de la recuperación económica, en Europa sigue faltando empleo para satisfacer la demanda de trabajo, hay demasiados trabajadores y trabajadoras pobres, y existe un grupo significativo de personas completamente marginadas del mercado laboral.

A pesar de haber alcanzado cotas máximas de empleo (el 72,3% de las personas de 20 a 64 años), la calidad del mismo no ha observado la tendencia positiva, en el marco de una transformación del mercado, que tiene en la terciarización (hoy el 71% de los empleos en Europa se dan en el sector servicios), el envejecimiento de la mano de obra o la extensión del trabajo a tiempo parcial (1 de cada cinco empleos), algunos de sus rasgos distintivos. La pobreza laboral se concentra hoy en los parciales involuntarios (el 29% de ellos están en riesgo) y en los autónomos sin asalariados/as a cargo (el 25%), en una dinámica que no es ajena a la evolución que caracteriza nuestro propio mercado laboral.

Así nos lo indica la reciente Encuesta de Condiciones de Vida 2017 tanto a nivel estatal, como en el ámbito de Catalunya. Si resulta preocupante que en España uno de cada tres hogares no tenga capacidad para afrontar gastos imprevistos o para irse de vacaciones una semana al año, al menos se detecta una evolución moderada, pero positiva, que lamentablemente no se replica en Catalunya. Aquí tanto la tasa de riesgo de pobreza (un indicador relativo, dado que se relaciona con la mediana de la renta) como de riesgo de pobreza y exclusión social AROPE, que incluye a quienes están en riesgo de pobreza, sufren privación material severa o viven en hogares con baja intensidad laboral, ha aumentado en un año del 22,5 al 23,8%.

La tasa de riesgo de pobreza, que mide la desigualdad (al referenciarse en la mediana), ha aumentado en un año en Cataluña, en 8 décimas, hasta llegar al 20%, y es especialmente cruenta en los menores de 16 años (28,5%). Este dato confirma lo que describe el S80/20, que mide la relación entre el 20% más pobre y el 20% más rico de la población, una proporción que ha aumentado del 5,5 al 5,7%, o el índice Gini, que ha subido, en un año, del 31,4 al 31,8%. Parece por tanto evidente que, en Catalunya, la supuesta recuperación no consigue frenar, ni tan siquiera tras 4 años de crecimiento, la tendencia a una sociedad más desigual e injusta que se ceba especialmente en los hogares monoparentales (35,3%) y unipersonales (27,6%).

La pobreza es un riesgo especialmente acusado en el caso de los más jóvenes, de las mujeres, y de los inmigrantes, que sufren una tasa de riesgo de pobreza del 41,6%. Para estas personas, son fundamentales incrementos salariales como los que se han alcanzado en el marco de la AENC, aunque no pueden ser suficientes. Hacen falta también medidas indirectas como las ayudas familiares, al alquiler, al cuidado de los niños o la formación, y un acceso reforzado al empleo de calidad que saque de la precariedad, de la incertidumbre y de la marginación a todas aquellas personas que tienen que ser recuperadas para un mercado laboral que facilite, mediante cotizaciones e impuestos, recursos para realizar aquellas políticas públicas que tienen en la cohesión, la justicia y la protección social sus principales objetivos.

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