lunes, 9 de abril de 2018

El increíble estado menguante

“El objeto de todo gobierno es enriquecer a los pocos que mandan a expensas de los muchos que obedecen”. Así escribía el filósofo inglés Jeremy Bentham en sus Consejos a las Cortes y al Pueblo Español, hace ahora unos 200 años. Su visión se ha demostrado como cierta a lo largo de la historia de nuestro país, y muy especialmente desde el 20N de 2011, con un gobierno del PP que ha favorecido a los suyos, mientras arreciaban la injusticia y la desigualdad. Y si el padre del utilitarismo establecía como móvil de toda acción humana la evitación del dolor y la consecución del placer, para alcanzar tal fin, Rajoy ha preferido, siempre que ha podido, tirar del palo, antes que de la zanahoria.

Lo vimos con claridad meridiana en la décima legislatura (2011-2015) y en las reformas que se dictaron al amparo de las políticas de austeridad. Ahora, con la pérdida de la mayoría, y el imparable ascenso de C’s, el PP parece habérselo pensado mejor, y pretende avanzar en la línea de lo que ya anunciaba, el 20 de junio de 2017, el ministro Montoro: “Las bajadas de impuestos se hacen al final de la Legislatura porque hay que dejar zanahorias para el final”. No sorprende así que las zanahorias vengan en el paquete de los Presupuestos Generales 2018, aunque eso suponga, esperemos, que con ellas se inicie, de manera anticipada, el final de la legislatura.

Con la expectativa de voto más baja de su historia, el Partido Popular pretende servir ahora con especial afán los maltratados estómagos de funcionarios, jubilados y trabajadores/as precarios. También se envían globos sonda al PSOE con el anzuelo de la renegociación del importe y de las condiciones financieras de la deuda de las Comunidades Autónomas, al PNV, con los presupuestos de la alta velocidad, y a las grandes empresas, cuya lealtad e interés se pretende mantener vivos, al precio de mantener incólume la presión fiscal, una de las más bajas de Europa, al tiempo que se aumenta el siempre bienvenido gasto en infraestructuras en un 16,5%.

El estado del bienestar que propugna Montoro en su proyecto de PG 2018, es el de un bienestar menguante, ya que si bien aumentará nominalmente el gasto social, éste se reducirá en relación al crecimiento del PIB. La idea es que a medio plazo disminuya hasta el 38% del PIB (un 40,5% en 2018), porcentaje cercano a los parámetros de los EEUU, y muy lejos del umbral de gasto ‘europeo’ que estaría 8 puntos por encima, 9 si tomamos la media de la zona euro. Esta austeridad a ultranza, persigue mantener una de las presiones fiscales más bajas de Europa (para 2018 se establece en el 34,9%), lo que es, al parecer, una de las principales obsesiones que comparten C’s y PP.

El fenómeno del increíble estado menguante que caracteriza las cuentas de Montoro, se acompaña como siempre de una buena dosis de optimismo: Por un lado, se repite una vez más que estos son ‘los presupuestos más sociales de la historia’, y por el otro se fían los ingresos a unas previsiones que han sido rebatidas por la realidad a lo largo de cada uno de los últimos 7 años. El ministro de finanzas se continúa aplicando así en el arte de la cortina de humo contable y semántica (no se ‘reduce’ el gasto social, sino que se ‘modera’), mientras le echa el diente a ese estado cuyas virtudes tanto ensalzan los patriotas, al tiempo que lo desangran y condenan a la pálida existencia de una criatura cadavérica.

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