domingo, 8 de octubre de 2017

Ulises

Si la vida es una odisea, no se puede considerar sino afortunado a aquel que ha podido hacer el viaje, o al menos parte de él, a las órdenes de Ulises. En mi caso el héroe de Itaca se me apareció bajo la forma de un portugués compacto, gruñón y benévolo. El barco, varado en el puerto de la Confederación Europea de Sindicatos, no era otro que el del departamento de educación del Instituto Sindical (ETUI), y el viaje no duró mucho más de un año, durante el cual tuve la suerte de vislumbrar los fundamentos, pero sobre todo el espíritu de la formación sindical europea, de la mano de su director, Ulises Garrido. Ahora Ulises se jubila y nos deja un poco más huérfanos a los que encontramos en él un amigo y un referente.

Para quien viene de la comunicación, y está acostumbrado a moverse en el corto plazo, en el mensaje y la reflexión sucinta, tan propias del periodismo, la formación sindical es mucho más que un universo paralelo. En él son diferentes los tiempos y los matices, se articulan en otra cadencia objetivos e intenciones, pero sobre todo adquieren luz propia aquellos y aquellas en quienes se opera y se realiza el proceso formativo. No se trata de receptores, ni de audiencias, sino de personas con capacidades, habilidades y competencias, a los que se invita a entender sus equilibrios, a ampliar sus horizontes, y a reconstruir y ajustar el mapa interno que les sirve de orientación y que se enriquece y profundiza a medida que desarrollan su conciencia crítica.

La formación es probablemente la actividad humana que más cercana es a la magia, y en el caso de la formación activa, donde el auténtico protagonista es el proceso, y no el contenido, esa magia despliega una inmensa fuerza. Quien la experimenta vive una adicción que es parecida a la que ejerce en nosotros el viaje y la aventura. En cierta medida, la formación es el viaje que realizamos dentro de nosotros, y es también una odisea en la que enfrentamos nuestros particulares cíclopes y cantos de sirena, para convertirnos en el Ulises de nuestra propia historia. La formación es el ejercicio de la generosidad, y la expresión más genuina de la solidaridad, porque formando a otros, no hacemos sino formarnos a nosotros mismos.

El gran Ulises, compacto, gruñón e infinitamente benévolo, nos va a faltar en ese otro viaje que realizamos todos los que en Europa estamos abocados a la lucha sindical, que no es sino otra forma de solidaridad, generosa y genuina. Gracias a su trabajo, nos queda una formación sindical europea en condiciones óptimas, con una estrategia pedagógica bien orientada, estructurada e inclusiva. Es el fruto de una visión compartida, de una labor de equipo que se ha extendido y ha sabido encontrar la complicidad de una gran variedad de actores y escuelas sindicales. Si hoy podemos otear el horizonte sindical con algo más de esperanza, a pesar de los nubarrones, es sin duda por el trabajo de excelsos compañeros como Ulises Garrido.

Las despedidas siempre dejan un sabor agridulce, y en el caso de nuestro amigo, un inspirado cocinero que ama el bicho y la guindilla, también algo picante. Hoy su país, Portugal, es un referente para todos los que soñamos en la confluencia de la izquierda, y su organización, la CGTP-In, otro pequeño gigante que a menudo nos sirve de ejemplo en lo relativo al compromiso y la coherencia. Se jubila Ulises y nos deja el barco intacto y preparado para levar el ancla. No descansará hasta llegar a buen puerto. Es hora de agradecer su tesón y su infatigable entrega. ¡Que le sean benignos los vientos y que le acompañe la suerte cuando ponga rumbo a su merecida Ítaca!

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