martes, 3 de enero de 2017

El futuro de Europa

En estos días fértiles, llenos de buenos augurios y de pronósticos menos halagüeños que intentan equilibrar la balanza, no faltan aquellos que tienen por objeto a la Unión Europea. Desde 1973, uno de los principales instrumentos para medir las condiciones atmosféricas del proyecto común, es el Eurobarómetro. Publicado dos veces al año, eso es, en primavera y en otoño, se acompaña con cierta frecuencia de encuestas temáticas como la publicada este diciembre, bajo el título ‘El futuro de Europa’. Recoge el resultado de 27.768 entrevistas realizadas en la UE, entre el 24 de septiembre y el 3 de octubre, que permiten interpretar cuál es la percepción de la ciudadanía en relación al interés, identidad y viabilidad de la UE.

Si miramos los resultados y los consideramos en el marco de la diversidad que es característica de un proyecto en el que participan 28 estados, las conclusiones son meridianamente claras. La ciudadanía de esta amalgama social y política coincide, en un 45%, en que el primer desafío para Europa es hoy el desempleo, seguido de las desigualdades sociales y de las cuestiones relativas a la migración (ambos 36%). Aquí conviene considerar las diferencias que existen entre diferentes países europeos, priorizando los más ricos como Suecia, Alemania, Bélgica o Dinamarca las desigualdades sociales, los del Sur, como Portugal, España y Grecia el desempleo, y situando los países de las ampliaciones al Este, en primer lugar, la migración.

Los valores que mejor representa Europa según su ciudadanía son la paz y la libertad de opinión (57%) y la solidaridad y la igualdad (55%). Un 82% de los europeos piensa que las libertades de la economía deben ser compensadas con un alto nivel de protección social, y que lo que más ayudaría a Europa sería un nivel comparable de estándares de vida (53%), y de educación (35%). Son mayoría los que creen que en su propio país no tienen la posibilidad de tener éxito en la vida, y también hay una cierta coincidencia en la idea de que hijas e hijos lo tendrán más difícil en la vida que sus padres. En términos democráticos, un 54% no cree que sus interesas sean tenidos en cuenta, llegando esta cifra, en España, al 76%.

Para hacer frente a los retos globales, un 46% reclama más igualdad social y solidaridad, y un 31% más protección del medio ambiente. Las áreas en las que se piensa que debería haber más toma de decisión a nivel europeo son la lucha contra el terrorismo (80%), la promoción de la democracia y de la paz (80%), la protección medio ambiental (77%), la igualdad de género (73%), la migración (71%), el ámbito energético (69%) y el estímulo a la inversión y a la creación de empleo (68%). La percepción y la visión que los europeos tienen del proyecto común es por tanto claramente contraria a la visión neoliberal de Europa como mercado, y entra de lleno en el reclamo de la UE como un espacio de libertades, garantías y de derechos.

Haría bien la Comisión Europa en tomar buena nota de los resultados de este Eurobarómetro especial y estudiar con propósito de enmienda la plataforma presentada, hace ahora tres meses por la Confederación Europea de Sindicatos bajo el mismo título ‘El futuro de Europa’. En ella encontrará una propuesta de futuro que se corresponde de manera muy directa con el sentir de la ciudadanía tal y como se expresa en esta última encuesta. La CES reclama que se restablezca la función del mercado interno como fundamento para desarrollar cooperación, solidaridad y justicia social, y que la cohesión, mediante la integración justa y la convergencia al alza, vuelva a activarse como el mecanismo central en la construcción europea.

La crisis de confianza en el proyecto común que han introducido la gobernanza económica y las recetas de austeridad, no ha hecho sino alimentar mediante el miedo, la incertidumbre y la rabia, el auge de una extrema derecha presta a ocupar con su retórica el vacío que ha dejado tras de sí el abandono del modelo social europeo. En relación a la Europa real, y a pesar de la corrección política que inspira el barómetro europeo, no hay duda de que hoy las políticas de la Comisión y de los lobbies que tratan de influirla, dejan fría a la ciudadanía. El pronóstico para la Unión Europea es por tanto el de una prolongada glaciación si no vuelve a arraigar la voluntad de recuperar el pulso democrático y social que dio fuerza e interés al proyecto. Con el frío que invade las gélidas estepas centroeuropeas no se harán esperar la aparición feroz y hambrienta de las primeras manadas de lobos.

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