domingo, 25 de septiembre de 2016

Si me das a elegir, me quedo con Corbyn

Que disculpen los agrios polemistas y adictos al análisis umbilical, si la mirada del que suscribe no se detiene en los resultados electorales de Galicia o Euskadi, y prefiere ampliar el horizonte más allá del mar Cantábrico para llevarlo hasta el estuario del río Mersey. Allí, en la ciudad roja de Liverpool, se confirmaba este fin de semana el liderazgo moral y político de Jeremy Corbyn al frente del partido laborista británico. Quedaban así en evidencia los 172 diputados que, en un golpe de mano tan singular como turbio, aprovecharon la resaca del referéndum del brexit para promover una moción de censura, y se confirmaba, de paso, el apoyo mayoritario de las bases a un líder, cuya principal seña de identidad es la de superar lo despropósitos y capitulaciones que caracterizaron el dictado de la tercera vía en el laborismo británico. Para entender fondo y forma de esta victoria, nada mejor que el manifiesto publicado por el think tank laborista ‘Institute of Employment Rights’, bajo el título ‘Un Manifiesto por la legislación laboral: Hacia una revisión completa de los derechos laborales’, cercano al equipo de Corbyn, y que cuenta con el apoyo del TUC y de grandes centrales británicas como Unison y Unite.

Los quince expertos que firman este sugerente texto ofrecen a lo largo de 8 capítulos y poco más de 50 páginas, un análisis en profundidad de los déficits estructurales de la política social y económica del Reino Unido a lo largo de los últimos 35 años. Esta época, que comienza con la victoria de Margaret Thatcher, en 1979, y que incluye 13 años de gobierno laborista con Blair y Brown, supuso una debacle profunda para la clase trabajadora británica y el empoderamiento de una cultura patronal “poco democrática, improductiva e indeseable”. El resultado hoy, es un mundo del trabajo con pésimas condiciones laborales, poca productividad y valor añadido, y una precariedad rampante. En 35 años la cobertura de la negociación colectiva se redujo del 80% al 20%, a menos de la tercera parte de la media europea, mientras se extendía el abuso del autoempleo, de los contratos temporales o de cero horas, y del trabajo por agencia, con el subsiguiente aumento de la pobreza laboral y de la desigualdad social. Pero el manifiesto más allá de identificar las causas, destaca por su vocación de propuesta y su voluntad de cambio.

Si la devaluación de las condiciones laborales no obedeció a ninguna exigencia del mercado, sino a la voluntad explícita de degradar el marco laboral, la posibilidad de intervenir en este para recuperarlo, comporta una oportunidad única para revertir la debacle social. Para ello el eje de acción central es el de recuperar la negociación colectiva y con ella facilitar la mejora de las condiciones laborales. El modelo anglosajón de negociación a nivel de empresa, no permite superar el 35% de cobertura, por lo que los expertos del IER proponen la promoción de una negociación sectorial que permita elevar los mínimos y comprimir la redistribución salarial. Tal y como defiende incluso el FMI, frente al círculo vicioso que introducen los salarios bajos, con menor consumo, reducción de demanda y producción, desempleo, menor ingreso fiscal e inversión pública, se ofrece el desencadenar un círculo ‘virtuoso’ en el que la negociación colectiva aumente salarios con tal de estimular la demanda, impulsar la actividad económica, incrementar el empleo y con él la inversión pública, disminuyendo a su vez el gasto social.

Al mismo tiempo la negociación sectorial desincentiva la competencia salarial a la baja para promover aquella que se basa en la mejora de la eficiencia, de la productividad, la inversión, la investigación y el desarrollo. Promover esta práctica arruinada por el neoliberalismo en su obsesión por transferir riqueza del trabajo al capital, y de la economía real a la financiera, precisa de elementos e iniciativas que el ‘Manifiesto’ del IER describe en detalle y que abarca desde mecanismos estatales y tripartitos, a fundamentos legislativos que, en consonancia con las leyes internacionales, garanticen la autonomía de los interlocutores sociales, la calidad de los contratos o el derecho de huelga. El manifiesto por el derecho laboral resulta estimulante porque pone un contrapunto, precisamente desde el Reino Unido, al programa impuesto por la gobernanza económica que dilapida salarios, industrias y la cohesión social y territorial en Europa, al precio de una colección de tópicos, cuyas esencias responden, mitad y mitad, a prejuicios ideológicos e intereses corporativos.

La reflexión en el partido laborista británico y las 25 propuestas realizadas por el ‘Institute of Employment Rights’ merecerían inspirar a su vez un debate abierto en el socialismo europeo que, tras Portugal, tiene ahora también en el Reino Unido un referente de cómo recuperar el pulso democrático y social volviendo a las propias esencias. Independientemente de los resultados de Galicia y de Euskadi, también el PSOE, y especialmente Pedro Sánchez, podrían tomar ejemplo de Corbyn para seguir buscando el apoyo de las bases, sin miedo a enfrentarse en el trance a momias y barones. La centralidad del trabajo es un discurso que tal vez no resulte atractivo para los intereses financieros de las multinacionales del IBEX, pero es la mejor baza para recuperar el interés y el apoyo de la mayoría social en nuestro estado.

3 comentarios:

  1. Parece que P. Sánchez té hace caso, en cuanto a consultar a las bases, del resto está lejos.
    Pero, creo que además, se debe comenzar a hablar de decrecimiento.
    Quiero detechos sociales, salarios dignos, lo sabes bien, pero también se hace imprescindible decrecer, si queremos disfrutar de todo detecho.
    Gracias

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  2. Parece que P. Sánchez té hace caso, en cuanto a consultar a las bases, del resto está lejos.
    Pero, creo que además, se debe comenzar a hablar de decrecimiento.
    Quiero detechos sociales, salarios dignos, lo sabes bien, pero también se hace imprescindible decrecer, si queremos disfrutar de todo detecho.
    Gracias

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  3. Hola Topo! Disculpa por no haber visto hasta hoy el comentario. Gracias. Estoy de acuerdo. Del decrecimiento lo único que no me gusta es la palabra, casi tan poco como el concepto de 'crecimiento permanente' que es poco menos que antinatural... Sí creo que la revisión crítica de los tres principales conceptos de estímulos al crecimiento: Crédito, Marketing y Obsolescencia programada, merecen un debate abierto y una revisión en profundidad. Un abrazo.

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