lunes, 7 de febrero de 2022
El remedio 'Casero'
El esperpento está de vuelta. Valle Inclán ha resucitado y, mientras se mesa las barbas, observa taciturno cómo el espíritu del sentido común huye en el congreso ante el acoso de los fantasmas del ayer, del hoy y del mañana. El país se escora hacia el absurdo y zozobra por momentos en las aguas que revuelve, con pies y manos, cierta clase política. Insensato, irreverente, desquiciado, faltan adjetivos para describir el espectáculo dado en el debate de la reforma laboral. Si algunos dudábamos de si el procedimiento nos causaría finalmente complacencia o irritación, el trasfondo berlanguiano de nuestra cultura democrática, una vez más, nos descoloca. El resultado nos deja, a un tiempo, atónitos, deprimidos, exhaustos. Ante semejante vodevil, la conciencia reclama del análisis: Intentar deconstruir los elementos que conforman el desbarajuste vivido, para luego volver a montar las piezas, si es que hay manera de que encajen. Pero vayamos por partes:
1.- La crónica parlamentaria nos enseña que cuando las mayorías son justas, los matices, y muy especialmente los democráticos, son relevantes. Así la vocación por desentenderse de la disciplina de partido, y de interpretar, al margen de las directrices políticas, la preferencia del electorado, suele ser una pantalla de humo. Tras ella se suele esconder el individualismo, el oportunismo, cuando no el clientelismo o directamente el interés pecuniario. Se trata, en cualquier caso, de una deslealtad que puede justificarse si están en juego valores morales, pero que, en el caso de UPN, se explica por motivos más espurios. Si no, analícese a fondo el argumento de que para castigar al gobierno por su conexión con Bildu, se acabe votando con Bildu. Otro matiz que no deja de tener su qué, es lo de Meritxell Batet y Alberto Rodríguez. A este se le denegó por cuestiones sibilinas una representatividad que ahora le falta como el aire a la mayoría de progreso.
2.- No existe en el parlamentarismo tanto una dialéctica específica entre izquierda pragmática e izquierda maximalista, como entre izquierda pragmática y derecha camuflada. Esta es la clave para situar qué hizo alinearse a unos partidos con otros en la votación, con el resultado extemporáneo de ver votando juntos a VOX, PP, Bildu o ERC. La argumentación del líder de los republicanos en el sentido de que PSOE y Podemos estarían traicionando con su voto su programa político, es harto irreverente si se tiene en cuenta la coalición entre ERC y la derecha de Junts, o se analiza en detalle el programa económico del gobierno catalán. Los comentarios vertidos a la prensa hacen entrever que a alguien no le basta con ser arcángel porque preferiría ser profeta, y trasladan con meridiana claridad, que el concepto de ‘democracia’ tiene, para el nacionalismo, un carácter instrumental, y que no acaba de entender aquello que va más allá de lo puramente plebiscitario.
3.- A veces es peor el remedio que la enfermedad, especialmente cuando es improvisado. El marxismo ha analizado en detalle la interrelación entre tecnología y revolución, pero desde luego que eso no explicaría cómo la falta de competencias digitales de un diputado de derechas acaba por liberar a la clase trabajadora del yugo de una legislación decimonónica. Alberto Casero, mano derecha de García Egea, se equivocó hasta cuatro veces en su votación telemática lo que apunta a una brecha digital considerable. Tampoco le sobran competencias en la suma mental (166 + 9 menor que 169+5?) a la presidenta del Parlamento, lo que estuvo a punto de costarle a alguien un infarto y exacerbó aún más los ánimos en un pleno ya demasiado exaltado. El resultado final, de 175 a 174, es, por todo lo anterior, un resultado legítimo, aunque muy confuso.
4.- La principal víctima de la votación ha sido la propia política, por lo que ha trasladado de oportunismo, soberbia, informalidad y falta de compromiso, pero también ha quedado tocado el diálogo social. Que a alguien se le escape que los sindicatos, de no pretender llegar a un acuerdo con la patronal, hubieran suscrito un texto bien distinto, es lamentable. Querer corregir la propuesta y romper con el fino equilibrio alcanzado entre los agentes sociales es pueril, máxime cuando todo acuerdo del diálogo social que ha pasado por una tramitación parlamentaria como proyecto de ley ha acabado decantándose hacia los intereses de la patronal.
En su presentación del decreto, la Vicepresidenta Yolanda Díaz explicó cómo en el texto no había resignación ni complacencia, pero si “firmeza, compromiso colectivo, mirada larga y una reclamación expresa: aquella que habla de la centralidad del trabajo en la vida social y política.” Cuando se ha puesto en evidencia hasta qué punto esa centralidad es secundaria para la izquierda nacionalista, lo que queda es desazón y pesimismo de cara al futuro inmediato. La mayoría de investidura no tiene al parecer remedio, o si lo tiene, es tan sólo el remedio ‘Casero’.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario