lunes, 2 de diciembre de 2019
¿En serio?
España apunta maneras irlandesas. Junto a la ulsterización que algunos pretenden para Catalunya, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Ayuso, ha puesto el ojo en el modelo fiscal (es un decir) de la República de Irlanda, y promete completar la armonización a la baja que iniciara en su día Esperanza Aguirre con la mayor rebaja fiscal de la historia. A pesar de la socorrida argumentación de la prensa neoliberal madrileña, que recurre con machacona insistencia a la fallida curva de Laffer, esa que dice que cuanto menos se grava más se ingresa, la realidad es que desde Esperanza (es otro decir) la Comunidad aumentó su deuda en un 350%. Las consecuencias son variadas, la más exótica tal vez el reciente intento por parte de la Universidad Juan Carlos, de abrirle una cuenta de crédito a Ayuso por valor de 185 millones a interés cero, algo que nos suscita de manera inmediata esa coletilla tan actual del ¿En serio?
Sabíamos que la Juan Carlos es una Universidad con posibles en lo de la innovación. En su currículo figura desde la rebaja ideológica a militantes de Vox (curso 2015/2016), pasando por la titulación exprés de comisarios policiales, hasta llegar a la acreditación de incompetencias políticas como la de Cifuentes, pero no se intuía tanta esplendidez y generosidad con lo público, menos aún cuando la carrera de enfermería para el común de los mortales no baja de 2.000 euros anuales. Sin embargo no nos debería extrañar. En un magnífico artículo sobre una reciente publicación de Robert Skidelsky, David Graeber nos recuerda que, hoy en día, la creación de dinero ya no es competencia exclusiva de los bancos centrales, sino también, y cada vez más, de otros actores como la banca de inversión, que se sacan el dinero de la varita del préstamo, como si se tratara de ‘polvo de hadas’… ¿Se iba a quedar atrás la Juan Carlos?
Escribe Graeber que casi todo el dinero en circulación en Gran Bretaña en este momento ha sido creado por esta vía. Y no sólo se ha apuntado la banca de inversión, sino que toman posiciones también otros actores, por ejemplo de la economía digital con criptomonedas como el bitcoin, o el Liber de Facebook. Pero a pesar del tsunami monetario que anima el BCE y que arrastra en marea a otros actores que crean dinero en la pantalla o en el papel mediante préstamos que muchas veces carecen de garantías, fondos o reservas asociados, la inflación se mantiene en estado vegetativo. Se confirma así que, al igual que en el caso de la curva de Laffer, de la teoría del equilibrio, o de la hipótesis de los mercados eficientes, el monetarismo, y con él la doctrina neoliberal, se equivocan: también en lo relativo a la teoría cuantitativa del dinero que relaciona directamente la variación de la masa monetaria con la inflación.
Pero lo realmente paradójico, es que habiendo errado en la predicción de la gran recesión, en la receta de las fórmulas para superarla, y ahora en sus modelos de análisis, la ortodoxia neoliberal siga teniendo un poder hegemónico en las instituciones, también universitarias y especialmente en los medios de comunicación. Dice Skidelsky que las ‘premisas lunáticas llevan a conclusiones demenciales’ y entre ellas sin duda se cuenta que una comunidad con una economía deteriorada como la madrileña, que pretende convertir el vicio fiscal en virtud, acabe financiándose a través de una universidad pública. Que el origen de la inflación no está en la masa monetaria sino en el gasto que hacen los individuos puede parecer obvio, pero eso implicaría entrar en la lógica de las personas y de sus rentas, cuestiones ambas que le resultan tremendamente sórdidas a una ideología obcecada en la concentración del poder y del dinero.
Cuando algunos miembros destacados de la Reserva Federal norteamericana teorizan hoy sobre estabilizadores automáticos que inyecten dinero en las economías domésticas en momentos de recesión para alimentar la demanda agregada y mantener el empleo, los planteamientos fiscales de la Comunidad de Madrid parecen de otra época y tal vez incluso de otro planeta. Si ‘la economía es el medio por el cual una población humana satisface sus necesidades materiales’, los ideólogos de la irlandización de Madrid resultan ciertamente tóxicos. Y no sólo para las cuentas en rojo de la comunidad, sino por efecto contagio para el resto del país. Que los voceros del orden económico neoliberal, eso es, de la privatización, la precarización y la armonización a la baja de nuestros derechos, se pretendan proclamar al mismo tiempo en adalides de la solidaridad y del bienestar patrio, rechina, revuelve y no hace sino reclamar esa pregunta que se extiende hoy por redes y corrillos… ¿En serio?
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