
Del 3 al 5 de junio tuvo lugar en Lisboa el congreso del Partido Socialista Portugués. El primer ministro, Antonio Costa, consiguió en él que una amplia mayoría de los delegados/as refrendara el retorno a los fundamentos socialdemocráticos. Frente a la deriva liberal emprendida por el Partido Socialista Europeo y replicado en la mayor parte de países, incluida Francia, Italia y España, el partido de Costa, que gobierna gracias a la actitud tolerante del Partido Comunista Portugués y del Bloco de Izquierdas y Verdes, recuperaba así algunas esencias ideológicas: compromiso con las necesidades reales de la ciudadanía, y coraje democrático frente al dictado de la gobernanza europea.
Decía Costa que a lo largo de los últimos cuatro años y medio las personas fueron masacradas por un coro de economistas y comunicadores que impusieron la doctrina de la falta de alternativas. “Esta idea de que no hay alternativa es la más peligrosa que se puede tener en democracia, porque la democracia vive de elecciones en base a alternativas. Cuando no hay alternativas, no hay elección, y cuando no hay elección no hay democracia”. Los principios de la moción ‘Cumplir con la alternativa, consolidar la esperanza’ impulsaban además el desarrollo institucional, planteando como dos retos centrales el refuerzo de las autonomías regionales y la descentralización del estado.
Parece evidente que en Portugal no se ha dado un ‘sorpasso’ por fuera, sino que este ha tenido lugar dentro del propio Partido Socialista gracias a una constelación política propicia. En el caso del estado español, la continuidad en las opciones más socioliberales del PSOE forzará en las próximas elecciones el probable sorpasso político desde la confluencia de Unidos Podemos. A pesar de algunas cesiones en el marco social y algunas promesas vagas en el ámbito democrático, la negociación y el rápido acuerdo con la opción liberal de ‘Ciudadanos’ han dilapidado la poca credibilidad ideológica que le quedaba al PSOE y han condenado de manera ostensible el liderazgo de Pedro Sánchez.
Es de temer que en el caso de que el PSOE saque menos diputados/as que la coalición liderada por Pablos Iglesias, su opción no sea la de tolerar o apoyar un gobierno de izquierdas, como en el caso de Portugal, para dar alternativa a la hegemonía de la austeridad, sino que opte por una ‘gran coalición’ con Ciudadanos y/o PP, en la que pueda mantener la ficción de ser el ‘socio progresista’. En este punto debería ser muy claro Pedro Sánchez, porque aquí el socialismo español, o lo que queda de él, se juega la existencia en el medio plazo. Frente al tacticismo electoral, el futuro del PSOE pasa por recuperar la coherencia con unas ideas y unos valores que han de ser trasladados a políticas reales.
Una victoria en el estado español de una coalición de progreso en la que participara de una u otra manera el Partido Socialista podría ser un fuerte revulsivo a nivel europeo y convertir el temido sorpasso, en un ‘Surpasso’ que lanzara una señal clara a la socialdemocracia europea. Sin un cambio en profundidad dentro del Partido Socialista Europeo, la articulación de una amplia mayoría social para cambiar el rumbo actual de la construcción europea no será posible. Y sin embargo el pulso de la renacionalización en Europa, el potencial del Brexit y la emergencia de la xenofobia y el racismo, reclaman una opción progresista cohesionada que haga frente a una involución sin precedentes.
Para ello hace falta recuperar en lo social la centralidad del trabajo, el papel emancipatorio de la educación y formación y la necesidad de más solidaridad y cohesión mediante el derecho a unas garantías vitales. En lo económico es hora de introducir cambios estructurales en las políticas fiscales, con una mayor responsabilidad y redistribución, y también en las políticas comerciales, que no han de ser ariete para la desregulación, sinó herramienta para el desarrollo global. Finalmente, en lo democrático, hace falta recuperar la calidad no tan sólo en el juego parlamentario, sino en la articulación del conflicto capital/trabajo, mediante más y mejor negociación y diálogo social.
Tan sólo de esta manera se podrá hacer frente a la crisis sin precedentes que traerá al empleo la digitalización, a la necesidad de políticas firmes y comprometidas para aliviar las consecuencias del cambio climático, a la pérdida de cohesión social, y a la recuperación de la multilateralidad y la concertación a nivel global. Esas son los retos inmediatos de una socialemocracia a la que su deriva liberal y su complicidad con los intereses de las grandes multinacionales, están sacando del mapa político. Frente a ello hace falta más liderazgo, osadía, determinación y coraje. Así lo decidió el Partido Socialista Portugués y así debería presentarse también a la ciudadanía el PSOE, sea cual sea el resultado de las elecciones del 26J.
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