domingo, 5 de junio de 2016

Lindezas

Unai Sordo señalaba con acierto en un tuit reciente lo paradójico que resulta que el mismo día en el que la Guardia Civil realizaba un registro en la sede central del Banco de Santander en el marco del sumario sobre el blanqueo del HSBC, el Gobernador del Banco de España se despachara en una provocadora declaración a la prensa sobre la necesidad de una nueva reforma laboral. Si la máxima autoridad bancaria del estado dedicara algo más de celo a la supervisión del sector financiero, y algo menos a la fiscalización de las políticas de empleo, otro gallo nos cantaría. Y no tan sólo por atajar con mayor determinación fraude y elusión en la banca privada, sino por condicionar algo menos la atonía de nuestro mercado laboral.

Considera Luis María Linde que para crear empleo es preciso reducir las barreras al dinamismo empresarial y dar facilidades para rebajar los sueldos y para abaratar el despido. No se sabe qué es lo que entiende exactamente el gobernador por dinamismo empresarial, si se refiere con ello a las deslocalizaciones, las restructuraciones o a la ingeniería financiera, pero se nos hace extraño en un hombre con su responsabilidad, que siga defendiendo que para incentivar la creación de trabajo estable haya que evitar la protección del empleo indefinido, lo que en términos no sólo económicos, sino puramente lógicos, viene a ser no tan sólo incoherente, sino sumamente estrafalario.

Es de temer que la capacidad técnica del Sr. Linde no esté a la altura de su vocación ideológica, o tal vez, que su pasión por la política de la austeridad y de la incertidumbre, le tengan tan distraído que no pueda estar al 100% por la responsabilidad que se le ha confiado como supervisor. Es una lástima, porque en estos momentos habría que estar con los cinco sentido para garantizar que fluya de una vez la inversión hacia la pequeña y mediana empresa, se recuperen cuanto antes para las arcas públicas las millonarias ayudas vertidas en banca y cajas, y asegurar que no vuelven a producirse los estragos y miserias que han originado la codicia y la desvergüenza en nuestro sector financiero.

Linde, al igual que Montoro o Rajoy, muestra con estas declaraciones, cómo el PP bebe los vientos por la gran patronal y se desvive por recuperar su atención, distraída por los juveniles encantos de la nueva derecha. La incipiente campaña electoral incita al PP así a mostrarse vehemente en la defensa del programa neoliberal y a reclamarse como alumno aventajado en el ideario de la austeridad. Sus políticas fiscales con fuertes recortes en el estado del bienestar, sus políticas de ‘desempleo’, con la precarización de la contratación, y su obsesión por la devaluación salarial, descentralizando la negociación colectiva, merecerían, a su modo de ver, algo más de cariño por parte de los que mandan.

La pregunta es si el electorado estará dispuesto a comprar un ‘más de los mismo’ no tan sólo al PP, sino a Ciudadanos y a aquellos partidos que no quieran distanciarse de las políticas promovidas por la gobernanza europea. El punto central de estas es la incertidumbre, la dependencia y la precariedad. Ya sea mediante una peor sanidad, una peor educación o mediante un trabajo sin garantía, tutela ni seguridad alguna, de lo que se trata es de adocenar a la población y de someterla a un mayor control. Lo que está en juego así no es tan solo el estado del bienestar y la conquista de la autonomía y de la emancipación de las personas mediante la educación y el empleo, sino la propia calidad democrática.

El eje central sobre el que se articula esta estrategia es el desprestigio del trabajo como elemento central para legitimar y justificar la redistribución de la riqueza. No existe otra alternativa al trabajo para vincular el mérito, el compromiso o la capacidad individual con el bienestar colectivo y por eso su descrédito supone un avance irreversible hacia una nueva y fuerte hegemonía por parte del capital. En la antesala de la 4ª revolución tecnológica la patronal parece haber entendido que la fuerza de trabajo ya no es imprescindible para la producción, pero que el empleo es un importante factor de división y de control social. Por eso el objetivo inmediato para Linde, Montoro y compañía es su precarización, porque la dependencia que genera es una palanca de control democrático.

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