domingo, 4 de octubre de 2015

Un sindicato europeo

El XIII congreso de la Confederación Europea de Sindicatos ha acabado dejando un cúmulo de buenas sensaciones. Tras un periodo extremadamente complicado por el impacto asimétrico de las políticas de gobernanza y el empobrecimiento generalizado del diálogo social, la CES tiene que recuperar, a lo largo de los cuatro próximos años, su incidencia y capacidad de interlocución. Las bases están puestas. El programa de acción aprobado, el apoyo casi unánime al nuevo Secretario General y a su equipo, y las reflexiones de fondo sobre los objetivos y estrategias de renovación del sindicalismo europeo aportan un fundamento importante.

Tres son los principales retos a los que se habrá de enfrentar la CES en este nuevo mandato. En primer lugar está la recuperación económica en términos de calidad y de empleo. El principal escollo para alcanzar esta meta es la gobernanza económica europea en la que es urgente que intervenga el sindicalismo influyendo en las políticas nacionales y de la Unión Europea. Se requieren fuertes inversiones en políticas públicas e industriales que promuevan y refuercen la sostenibilidad del modelo social y del medio ambiente. El empleo de calidad será la clave del aumento de una demanda agregada que ha de permitir recuperar y redistribuir el bienestar.

En segundo lugar habrá que lidiar con la degradación de las relaciones laborales y del diálogo social. La precariedad y la incertidumbre se han convertido en las claves de dominación de un mercado de trabajo que demanda de más contrapoder sindical. La reactivación de la negociación colectiva y del diálogo social europeo, ya sea para establecer salarios mínimos o para mejorar las condiciones laborales, es un objetivo ineludible. De él depende que podamos realizar el tercer eje de acción, la recuperación de un modelo social europeo dotado con derechos y garantías que pongan fin al dumping, a la pobreza y a la creciente desigualdad.

Para ello hace falta promover un salto cualitativo en el sindicalismo europeo. Es precisa más cooperación, coordinación y solidaridad entre las 90 organizaciones y las 10 Federaciones europeas que componen la CES. No hay suficiente con una política de mínimos, sino que es preciso articular una estrategia común de progreso social. Es necesario incidir con mayor determinación en las instituciones europeas e impulsar un nuevo consenso político europeo. Los partidos no pueden seguir dando la espalda a los intereses de los trabajadores/as y han de poner fin a su servidumbre crónica a los intereses del poder financiero y empresarial.

Eso no será posible si al mismo tiempo el movimiento sindical en Europa no consigue conectar con los jóvenes, con los trabajadores precarios, con los trabajadores/as atípicos y los y las migrantes. El sindicato europeo tiene que ofrecer garantías y tutelas que brinden protección a quien más la necesite. Ha de representar al conjunto de la clase trabajadora y, gracias a ello, crecer en utilidad, en afiliación y en representatividad. La autonomía organizativa, la independencia de acción es crucial y estratégica para un sindicalismo europeo de largo recorrido que mejore su cobertura y su proyección social.

A lo largo de los próximos cuatro años la CES tendrá que recuperar músculo y hacerse más visible. Mediante campañas y acciones nacionales y sectoriales, apoyando las luchas locales y aquellas que tengan lugar en el seno de las empresas, movilizando alrededor de objetivos comunes a una clase trabajadora que ha de reconocerse y apoyarse en su organización confederal europea. La CES ha de funcionar mejor, ser más representativa, tener más incidencia y promover un sindicalismo europeo que comparta una misma visión.

Para eso requiere de un mayor conocimiento mutuo, de más confianza y de más complicidad en el marco de la construcción de una auténtica cultura sindical europea. El XIII congreso ha puesto los cimientos para avanzar con fuerza en esta dirección. Los instrumentos, la partitura, los músicos y músicas están dispuestos. La batuta golpea en el atril. Es hora de afinar, de evitar las estridencias y de actuar con una sola voz.

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