domingo, 17 de marzo de 2013
Antipolítica
La recepción entusiasta por parte del Movimento 5 Stelle del
nuevo pontífice Francisco no deja de sorprender. El fenómeno político que secó los
tinteros de las mejores redacciones políticas, ha dado la bienvenida al nuevo
papa con una entrada en el blog de Beppe Grillo que lleva por título ‘La
importancia de llamarse Francisco’. En él se recuerda el 4 de octubre de 2009,
fecha onomástica del santo, como día en el que nació el ‘movimiento’. Se apuntan
además las afinidades entre Francisco, que creía en una iglesia sin dinero, sin
sede, sin tesorerías, sin dirigentes, y una fuerza política que rechaza
prebendas y jerarquías, y defiende la política sin dinero. Así, si el Papa
Francisco alimentaría la esperanza de un retorno al cristianismo original, se
supone que Beppe Grillo encendería a su vez la del retorno a la política
original, eso es, a la política pura. Y aquí comienza el problema. Con todo el
respeto a los grillini que recién han
ocupado sus escaños, hay que recordar que en términos políticos no existe un
pasado dorado y perdido, y que, lo de la ‘pureza política’ no pasa de ser un oxímoron
bastante estrafalario.
Lo que sí dice el paralelismo religioso al que refiere el
blog de Grillo, es algo sobre la vocación profunda que tal vez alimente el
programa del cómico italiano. Y es que la extraña mezcla entre histrionismo,
humor, visceralidad y exaltación que este pone en escena, tiene algo de mesiánico.
La repulsa mordaz que alimenta y ensaña cada uno de sus discursos le erige en
conductor de un ejercicio catártico de denuncia colectiva, que contrasta la
‘pureza’ del público que le rodea y aplaude, con la ‘corrupción’ del sistema
que implacablemente denuncia. El discurso de Grillo no distingue así entre
izquierda y derecha, sino tan sólo entre
el hombre de la calle el ‘uomo qualunque’ u hombre cualquiera, y la política
profesional que le “roba” a este lo que le pertenece. Como escribe Angelo
d’Orsi en un reciente artículo, Beppe Grillo encarnaría una nueva entrega del
‘eterno retorno del antiparlamentarismo’. Una versión actualizada, más
simpática tal vez por las indudables cualidades dramáticas del cómico, pero una
reedición al fin y al cabo de algo que no sólo supone un acicate, sino también
un reto para la viabilidad de nuestro sistema democrático.
Resulta estimulante que el nombre del cómico italiano
coincida con el de Pepito Grillo, el diminuto personaje que, en la película
‘Pinocho’, le ejerce de conciencia al muñeco fabricado por el viejo carpintero
Geppetto. De continuar este paralelismo en el marco de la actualidad política
italiana, la factura ‘plástica’ y la devoción por la mentira de la marioneta
creada por Carlo Collodi, nos retrotraería
posiblemente a la figura también bufonesca del otro ‘agraciado’ por las
recientes elecciones italianas: Silvio Berlusconi. Ese sería el tándem del
populismo italiano en estos momentos: el magnate mangante por antonomasia,
Pinocho ‘reoperado’, y la voz de su conciencia, Pepito Grillo, intentando
corregir el curso político para satisfacer las justas demandas de un electorado
siempre ‘inocente’ y ‘desengañado’. Ambos tendrían en común el lenguaje llano,
accesible por todos y todas y la anulación de las distancias entre elector y
elegido. Ya sea por realizar el uno los más escondidos deseos (Berlusconi), u
ofrecer el otro la complicidad orgánica, denodada e inquebrantable del enojo y
el despecho (Grillo).
Para ser justos hay que reconocer que frente a Berlusconi, el
movimiento cinco estrellas intenta dinamizar fórmulas de regeneración democrática
como iniciativas legislativas y consultas populares. Pero la falta de
propuestas realmente alternativas al modelo de democracia representativa que
tanto crítica, lo convierte inevitablemente en un partido ‘antipartido’. Y la
democracia, como algo orgánico que tiene que crecer so pena de extinguirse,
precisa urgentemente de propuestas elaboradas. Y estas no tan sólo habrán de
ser impulsadas por partidos políticos, sino que estos habrán de desempeñar en
cualquier escenario posible un papel muy importante. Superados los peores ismos
de la actualidad; el clientelismo, el populismo y el electoralismo, mañana será
más necesario que nunca antes la ideología como marco que de coherencia a las
propuestas. Por eso es importante la política y por eso son importantes los
partidos. Porque la antipolítica es la sustancia de la que están hechos los
agujeros negros de la democracia y lo devora todo. Porque, como en el caso de
la materia y la antimateria, el contacto entre la política y la antipolítica,
comporta su aniquilación mutua.
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