martes, 28 de noviembre de 2023

La ley de la vaca loca

Nada es gratuito. Que el líder argentino que ha puesto de rebajas el país y quiere poner de rodillas a los trabajadores argentinos se llame ‘Milei’ tiene todo el sentido. Representa la ‘ley’ de la que se ha dotado la mayoría de la ciudadanía, pero, por los excesos que anuncia sin recato quien ha sido bautizado como ‘el loco’, la ley que acabará imponiendo será la propia, que, es de temer, irá mucho más allá de un mandato democrático. Tampoco es baladí que, junto a la imagen de ‘rockero punk’ que los medios han tratado de imprimir al candidato, se le haya querido conferir también una patina ‘ideológica’, que no pretende sino insuflarle una cierta consistencia a quien, es de presumir, tiene poco más que ofrecer que irreverencia, provocación y despropósito. Argentina persiguió hasta la extenuación el anarquismo, desde Hipólito Yrigoyen hasta la Junta Militar. Que el candidato, en breve flamante Presidente, sea presentado como ‘anarco-liberal’ o como ‘libertario’ es poco más que una paparrucha inclemente. Pase que el libertarismo pone en el centro de la filosofía política el concepto sobado, ambiguo, altisonante de ‘libertad’ y representa por tanto una patente de corso para la cohorte entera de piratas de la democracia, pero la anarquía o el liberalismo son otra cosa.

Es harto improbable que Milei vaya a dejar Argentina sin gobierno. Lo desmiente de facto que el capítulo con más medidas de su programa sea el dedicado a la ‘Seguridad Nacional’, pero también un relato que exime de toda responsabilidad a la dictadura y sitúa así su acervo político en la órbita del autoritarismo. Se verá en los próximos meses cuando enfrente las protestas de quienes se resistan a la subasta del patrimonio nacional, de los servicios básicos y de los derechos sociales y laborales. El inminente inquilino de la Quinta de Olivos ha anunciado que, con él, termina el modelo del Estado como ‘botín’. A nadie se le escapa, menos aún en el país del ‘psicoanálisis’, el lapsus que supone identificar el Estado como ‘trofeo’. Es previsible que la prioridad no sea el resarcir a la ciudadanía del expolio que ha dejado las reservas netas del Banco Central en números rojos, sino aprovechar el contexto para privatizar la televisión pública, la petrolera YPF, la red ferroviaria, las Aerolíneas, la empresa de aguas estatal o el sistema de pensiones, recuperando la gestión clientelar de una economía mil veces esquilmada y que, con cada nuevo embate ‘libertario’, no ha hecho sino alentar la concentración de la riqueza para unos y la extensión de la pobreza para la inmensa mayoría.

Es motivo recurrente de la propuesta de ‘La libertad avanza’ la optimización y achicamiento del Estado para dar rienda suelta al espíritu del emprendimiento y, con él, a la generación de riqueza que, así el credo neoliberal, es consustancial al capitalismo, una vez se libera éste del corsé y de las cadenas que habría fraguado a lo largo de la modernidad un estado castrador. Sin embargo, como ya se vio en Chile y anteriormente en Argentina, si bien el programa ‘libertario’ austral proclama las libertades de mercado, se queda muy corto cuando se trata de defender las libertades de ciudadanía y más aún cuando se trata de la ‘libertad’ de las mujeres. El libertarismo de Milei da para prohibir el aborto, la eutanasia, y al mismo tiempo defender los vientres de alquiler o la venta de órganos. La estrella del punk político argentino está dispuesto a mercantilizarlo absolutamente todo, empezando por el estado y acabando por la anatomía humana, en una operación en la que el ‘mercado’ se arroga derechos que para sí hubiera querido la santa inquisición. El proyecto neoliberal inicia así con ‘Milei’ un nuevo capítulo, contrahecho, ulcerado y patético, de una lucha iniciada 50 años atrás y que se alimenta, en el mundo entero, del agravio, la incertidumbre y el déficit en educación política.

Que en el país de las reses el rey no sea el gaucho, sino una vaca, que, así Milei, sería una ‘vaca mala’, pero que, así el temor de muchos argentinos, podría acabar por revelarse como ‘vaca loca’, tiene algo de fatalidad. Queda por ver si la reclamada ‘contención tántrica’ del inminente presidente argentino, se traducirá en un ejercicio democrático que respete las reglas y rehuya de la militarización del tan denostado estado. Algo nos dice que el peligro es, en este ámbito, evidente, máxime cuando en el programa político de ‘La libertad avanza’, se defiende armar a los maestros, revisar la edad de imputabilidad de los menores o privatizar las prisiones. Pero aún así está por ver que, a pesar de las proezas rimbombantes que se ha otorgado Milei en su mística personal, lo de su mandato político no acabe siendo poco más que un ejercicio político precoz, que no le de satisfacción a él ni a nadie más.

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