sábado, 14 de mayo de 2022

Segunda vuelta

Publicado en 'El Periódico' el 26.04.2022



La inflación interanual registrada en marzo (9,8%) ha obligado al Banco de España a revisar sus proyecciones trimestrales. En relación a la previsión de diciembre, la del incremento del PIB en 2022, se reduce en casi un punto (4,5%), mientras que la correspondiente a la inflación, se duplica, hasta alcanzar el 7,5% de media anual. Frente a este escenario no han tardado en escucharse voces que reclaman contención salarial para así evitar los efectos de ‘segunda vuelta’. Estos, según estos augures, no harían sino impulsar la espiral inflacionista, al trasladar las empresas a los precios de consumo, los incrementos de renta pactados. Con una subida media de los salarios que, el año 2021, fue del 1,7%, y una inflación media del 3,1%, parece sin embargo que el origen de la inflación real, eso es, la que sufrimos hoy, radica en una variable bien distinta. Tiene que ver, evidentemente, con el parón económico causado por la pandemia, y con la evolución de los precios energéticos, pero inciden también unos efectos de ‘segunda vuelta’ que tienen poco que ver con los salarios, y mucho con los beneficios de algunas grandes empresas.

Las seis empresas energéticas que cotizan en el Ibex 35, tuvieron, en el año 2021, unos beneficios de 10.117 millones. Para hacernos una idea, esta cantidad equivale a la que los presupuestos dedican a la educación, la cultura, la dependencia y el ingreso mínimo vital. Estos beneficios que, es de prever, aumentarán en 2022, forman parte de la política de precios de estas compañías, y se trasladan, inevitablemente, a los precios de consumo. Así se ha visto con la inflación subyacente, que es aquella que no incluye la energía y los alimentos no elaborados, que se ha triplicado a lo largo de los últimos 6 meses. Y son efectos de ‘segunda vuelta’ que vienen para quedarse, porque si la inflación subyacente no se ha reducido en una década, tampoco lo hará cuando vuelvan a bajar los precios energéticos. Parece así evidente que el planteamiento que se hace a favor de la devaluación salarial (a fin de cuentas, se trata de eso) tiene poco que ver con la economía y mucho con la ideología y los intereses corporativos.

Hay que recordar que el impacto de la inflación, superior en España a la media europea, no tan sólo debilita a los hogares, especialmente los más vulnerables, sino también a las pequeñas y medianas empresas. Atenuar en un contexto de incertidumbre global el poder de compra de los salarios y hundir con ello la demanda, es, a nuestro parecer, insensato. La propuesta de las organizaciones sindicales de un incremento ajustado a la inflación subyacente, que se actualice anualmente hasta llegar al índice general, supone un ejercicio de responsabilidad. Desde CCOO pedimos que se complemente con una revisión del sistema de tarifa eléctrica, con la limitación fiscal de los beneficios de las empresas energéticas, y con una mejora del escudo social mediante un bono extraordinario de 300€ para los colectivos más vulnerables. Exige de algo más de sentido común por parte de algunos actores corporativos y de una gran determinación por parte del gobierno. Pero eso es lo que toca. Después de la valentía política y del consenso con el que hemos hecho frente todos juntos a la pandemia, toca, ahora sí, una segunda vuelta.

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