jueves, 31 de marzo de 2022
Trainsporto
El paro patronal en el sector del transporte ha presionado al gobierno de progreso. La plataforma convocante tiene en Manuel Hernández, camionero sin camión y, desde que ‘Transportes Manolín’ quebrara hace tres años, empresario sin empresa, a su principal líder. Sin embargo entre los que han secundado el paro figuran muchos transportistas que son autónomos y que nunca tendrán empresa propia, y que se rebelan contra la situación de extrema precariedad en la que vive el sector desde hace muchos años. El discurso de Hernández hay que contrastarlo con el de Basilio Aragón (Vigobulldog), que resume con meridiana claridad y con verdades como puños la situación de los asalariados del transporte. Estos padecen, desde hace demasiados años, la precariedad instalada por la desregulación y la liberalización del sector, con medidas que respondían al mandato de la Comisión Europea, y que fueron aplicadas sin mayor reparo por gobiernos de distinto color.
Entre estas políticas es preciso situar, para empezar, el recurso al cabotaje, que facilita la armonización a la baja de las condiciones laborales del transporte, desde hace más de una década. El cabotaje permite sumar hasta tres servicios de transporte en el país de descarga, siempre y cuando se realicen en los siete días siguientes a ésta. Esto comporta que compitan por una misma carga los camioneros que cobran por el convenio estatal, con los que lo hacen en el marco de su país de origen. La deslocalización patronal de empresas de transporte a esos países o el recurso a empresas buzón, no ha hecho sino impulsar esta realidad que presiona a la baja los salarios y siembra cizaña entre trabajadores de unos y otros países. Las banderas prendidas en algunos capós de los vehículos movilizados así lo indican y también los 240.000 trabajadores del camión rumanos que padecen de la ausencia permanente a la que, a falta de alternativa, les condena, a ellos y a sus familias, la precariedad laboral en su país.
Una segunda cuestión no menor es la de la atomización del sector. Esta ha debilitado el poder de negociación por parte de los autónomos frente a los grandes distribuidores y plataformas logísticas. Tiene que ver, entre otros, la desaparición del requisito de flota mínima inicial y las medidas que han impulsado que la mitad de los conductores que cotizan como autónomos, trabajen para una sola empresa y sean, de hecho, trabajadores autónomos dependientes. Si la reforma laboral de 1994, fomentó la deslaboralización de la relación entre transportistas y empresas en el marco de la incorporación a la Unión Monetaria, esta facilitó también la consolidación de un modelo logístico que es ineficiente desde el punto de vista económico, social y del impacto ecológico. Que la ‘plataforma’ se organice frente al estado y no frente a las grandes empresas, es uno de los contrasentidos de un paro patronal que tiene muy poco de ‘patronal’ y mucho de reivindicación de dignidad y suficiencia de facturación e ingresos.
El resultado de este contexto lo resume con acierto Joan Coscubiela: “Los transportes y otros sectores económicos exigen que el Estado subvencione, con recursos públicos, una parte del coste de la prestación de servicios entre empresas privadas. Lo que resulta cuando menos sorprendente en una sociedad que ha otorgado al mercado atributos beatíficos, casi milagrosos, en la ordenación perfecta de las relaciones económicas”. La externalización a los trabajadores, autónomos o asalariados, a la seguridad vial, o al medio ambiente, se completa por tanto con un último paso, mediante el sufragio, vía impuestos, de una parte de la cadena de valor que gestionan grandes actores corporativos, con tal de mantener los márgenes en sus cuentas de resultados. Que también esta ayuda será absorbida, de manera previsible, por vía del incremento del precio del diesel, no hace sino poner en evidencia que, el tema de fondo, no es la indefensión de los trabajadores frente al gobierno, sino frente a las grandes empresas.
Un líder supuestamente ‘obrero’ de un paro patronal que tiene como principal objetivo desestabilizar al gobierno, que cuenta con el apoyo tácito de la extrema derecha, y que no se articula frente a los verdaderos beneficiarios, es algo más que una paradoja. La polarización que ha introducido el paro y su eco en los medios previsiblemente anuncian réplicas en otros sectores. También en ellas se instrumentalizará a trabajadores asalariados y autónomos que, como en el caso del paro patronal no descubrirán hasta demasiado tarde para quién se han movilizado. Basilio Aragón lo resume con claridad en referencia a los trabajadores del sector que han secundado el paro y que ahora se encuentran que lo han hecho a cuenta de sus nóminas: “se creyeron que el mismo empresario que lleva años explotándolos iba a defenderlos”. No ha sido así. Por eso la clave radica en la propia organización del sector y en la definición de una propuesta que revierta la liberalización que define el trasfondo y confronte con la redistribución de renta y beneficios a los grandes actores corporativos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario