domingo, 31 de octubre de 2021
¡Peeeedro!
El evangelio según San Lucas nos explica cómo Pedro renegó por tres veces de Jesús. Sucedió en casa del sumo sacerdote judío, Caifás. Al ser reconocido por una sirvienta, el príncipe de los apóstoles cumplió así con el augurio de su maestro que le había dicho horas antes “esta misma noche antes de que el gallo cante, me negarás tres veces”. Que el mesías no es la clase trabajadora, ni Caifás Felipe González, parece obvio, pero el paralelismo no deja de ser sugerente. Pedro Sánchez habría renegado por primera vez de sus compromisos con la clase trabajadora con su alianza con Ciudadanos en 2016. La segunda se situaría tras la moción de censura, en junio de 2018, al aplazar en casi un año y medio la conformación de un gobierno de progreso, y la tercera y última, estaría al caer, con el gallo inflando pecho y el alba asomándose al horizonte.
Para los que tenemos algo exacerbado el sentido simbólico, el abrazo de Pedro Sánchez y Felipe González en el 40 congreso del PSOE venía cargado de presagios. La posible retirada estratégica de los compromisos asumidos en el programa electoral y en el marco del acuerdo de gobierno con Unidas Podemos, anunciaría un cambio en la hoja de ruta del socialismo que lo devolvería a la casilla de salida de nuestra crónica democrática, a la querencia por renegar de la clase trabajadora de este país, de eludir la responsabilidad de marcar un proyecto propio al margen del papel que se nos quieren hacer jugar, y que nos condena a permanecer en la división de la desigualdad. Pero como la esperanza es lo último que se pierde y hay elementos de contraste que nos invitan a seguir confiando en la resiliencia ideológica de nuestro presidente, lo que toca es tomar aire a pleno pulmón.
La exclamación de un nombre propio tiene, en el caso de Pedro, su propia historia. La que más resuena en nuestro oído es probablemente la de Penélope Cruz en la ceremonia de los Óscar de 2002, cuando la actriz anunció al ganador de la estatuilla al mejor guion. Almodóvar se alzaba merecidamente como vencedor por su magnífica ‘Hable con ella’, una película que nos habla de la soledad de dos hombres postrados ante el desgarrador letargo de dos mujeres. También la izquierda parece sumida hoy en un profundo coma que la expone a toda suerte de manipulaciones a la espera de que le selle los labios, no un beso de Judas, sino el ósculo redentor de un liderazgo sincero. La segunda exclamación que nos viene a la memoria es la pregonada por Miquel Iceta en la fiesta de la rosa en Gavà, hace cinco años, y que iba acompañada de aquel “¡líbranos de Rajoy!”
También hoy está en las manos del líder del PSOE el librarnos, no de Rajoy, pero sí de su proyección histórica, que no es otra que la alianza cáustica entre la derecha extrema y la extrema derecha de este país. Cuando las encuestas no vaticinan la posibilidad de una alternativa real al gobierno de progreso, adelantar las elecciones es lo más parecido a una quimera. Especular con una victoria pírrica del PSOE parece del todo inverosímil si sus cartas de presentación a una nueva convocatoria electoral son la renuncia a derogar la reforma laboral y un repliegue táctico desde las propuestas de un socialismo que demasiadas veces no se mantiene fiel a las esencias que se trasladan con acierto en los programas, pero que, con tanta facilidad, se abandonan al asumir la responsabilidad de gobierno. La alternativa; ampliar la base socialdemócrata hacia el centro y la derecha, parece refutada por la crónica electoral y sería lo más parecido a que la izquierda vuelva a dispararse en el pie.
Ante este panorama y si dejamos de lado el delirio de dispararle al gallo con tal de que no cante, o de rezar para que no vuelva a salir el sol, el acierto político radica en asumir que con dos veces hay suficiente, que toca decirle a la sirvienta de Caifás que lo del acento galileo que te delata como apóstol y discípulo, es del todo irrenunciable, porque más vale afrontar la realidad, que llorar amargamente la cobardía y traición a los propios valores. En este contexto diríase que, con tal de evitar el tercer reniego, lo que podemos hacer los trabajadores y trabajadoras de este país, es llenarnos los pulmones de aire fresco y propugnar con determinación un tercer ‘¡Peeeedro! A los cuatro vientos: Estentóreo, atronador, colosal, que devuelva la serenidad a la acción de gobierno e invite a nuestro Presidente a asumir el liderazgo de una izquierda que no necesita gallos para despertar, porque el país ya se ha ganado a pulso la humildad, la sensatez y la coherencia de unos dirigentes que construyan un proyecto integrador y justo, que le dé la vuelta a la permanente inercia que paraliza nuestro progreso democrático, económico y social.
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